lunes, 24 de abril de 2017

tecnologia


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Así funciona una impresora 3D

 La impresión 3D está llamada a transformar la fabricación de objetos de manera radical, hasta el punto de que muchos ven en ella el epicentro de una nueva revolución industrial. En efecto, llegará un momento en el que a través de esta tecnología será posible reproducir cualquier cosa de forma individual y personalizada: desde unos zapatos hasta los muebles del salón, pasando por prótesis dentales e incluso órganos vitales.

Impresoras 3D de tinta

Image result for impresoras 3d tintaEn el caso de las impresoras de tinta, el polvo compositivo utilizado puede ser a base de escayola
 o celulosa (el más común es el de escayola). El resultado es bastante frágil, por lo que conviene someter la pieza a una infiltración a base de cianocrilato o epoxi para darle la dureza necesaria. Las piezas hechas con polvo de celulosa pueden infiltrarse con un eslatomero para conseguir piezas flexibles.
  • La ventaja es que es un método más rápido y económico, aunque las piezas son más frágiles.

Impresoras 3D láser

En el caso de las impresoras de láser, al acabar el proceso de impresión, debe esperarse un tiempo para que el material acabe de polimerizarse . Después ya se puede manipular la pieza. Determinadas impresoras usan filamentos de PLA o ABS (hilo de plástico), estas funden el plastico constuyendo con el capas finas  para crear el objeto. Estos materiales admiten el pulido posterior de la pieza, al contrario que las impresoras 3D de tinta.
  • La ventaja es que las piezas son más resistentes, aunque el proceso es más lento y más costoso.
La tecnología FDM o FFF es la más extendida. Funden filamentos plásticos (ABS, PLA, TPUV, ...) y son las impresoras utilizadas habitualmente para prototipado rápido. Cuentan con un enorme potencial y son las que mayor presencia tienen en el mercado.sus usos son tantos como actividades productivas hay

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jueves, 20 de abril de 2017

tecnologia,noticia cientifica.

Noticia científica:
Manipulación de muestras en un laboratorio. La Gran Recesión ha puesto en riesgo la consolidación del sistema de ciencia y tecnología construido en España tras el restablecimiento de la democracia. La reducción de la inversión en I+D, la disminución de las plantillas de investigadores, la interrupción de la carrera del personal investigador en formación y las dificultades para la incorporación en el sistema de ciencia y tecnología de investigadores con largas trayectorias internacionales, han puesto en serio riesgo la continuidad de líneas de investigación consolidadas y de punteros grupos de investigación de proyección internacional.
El sistema de I+D contribuyó al cambio registrado por la balanza tecnológica española, de los tradicionales saldos negativos a valores positivos a partir de 2008. La crisis y la reducción de la inversión en I+D, tanto pública como privada, no impidió el mantenimiento de los superávits, que alcanzó en 2014 los 8.457,98 millones de dólares. La reducción de los costes laborales, la mayor resistencia del empleo en los sectores de alta tecnología, la mejora del tipo de cambio del euro respecto al dólar, la reducción de las importaciones debido a la crisis fueron factores que estuvieron detrás de la mejora del comercio exterior de España.La reducción de la financiación de la I+D por parte del estado en los Presupuestos ha sido una constante desde entonces. La disminución ha alcanzado el 37,6% respecto al máximo de 2008, de los 9.662 millones de euros a los 6.029 millones contemplados en el proyecto de Presupuestos de 2017. En su presentación, se ha resaltado que el presupuesto en I+D+i ha crecido un 4,1% respecto al año 2016 -5.793 millones de euros-, un cambio que puede ser considerado positivo si no fuera por la letra pequeña que encubre dicho titular, puesto que el crecimiento se debe al incremento de la partida de crédito financiero —préstamos y anticipos—, que crece un 9,2%, hasta alcanzar los 3.583 millones de euros; mientras el gasto no financiero se reduce un 2,6% respecto a 2016, hasta situarse en 2.446 millones, partida de la que depende el grueso de la financiación pública en I+D.